Nos propusimos recorrer la ciudad y observar lo naturalizado. Entonces, observamos a una persona saliendo de su departamento de la zona céntrica, algo apresurada. Los kioscos llenos de gente que vienen y van a determinada hora de la mañana, comprando alimentos o bebidas para las próximas horas. Muchas,cargando su tarjeta para subirse al transporte público que los llevará a sus respectivos destinos. Todos diferentes, todos con una vida, un estilo de vida, un recorrido diverso.
Algunas otras personas, haciendo ejercicio, paseando a sus mascotas o jugando en el parque.
Todo esto, lo observamos haciendo un paneo rápido por una zona determinada de alguna ciudad. Imaginemos la cantidad de actividades, de historias de vida, de situaciones cotidianas que deberíamos nombrar si centramos nuestra mirada en el interior de los hogares, las escuelas, los hospitales, etc. Un listado infinito.
Ahora bien, ¿tienen algo en común estas historias, estos corazones, estas personas?
Nos arriesgamos a decir que sí. Lo que tienen en común es el deseo profundo e intransferible de ser autónomas. De poder tomar las decisiones sobre el camino que desean recorrer. En definitiva, de llevar una vida independiente.
La Vida Independiente, una cuestión de derechos
La Vida Independiente es un derecho que se encuentra reconocido por la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas. Para las personas con discapacidad, la posibilidad de vivir una vida independiente plena, presenta mayores barreras. Por eso, muchas de las reivindicaciones de este colectivo se vinculan a la necesidad de hacer cumplir este derecho. Para que, en cada rincón y para cada persona, la vida independiente sea posible.
Una de las herramientas más importantes para que la autonomía sea posible, es la asistencia personal, herramienta cuya consolidación es muy lenta.
Por eso creemos importante destacar prácticas vinculadas a la Asistencia Personal que han sido puestas en marcha en otras latitudes y resultan significativas por ser innovadoras y muy necesarias.
El caso de la OVI (Oficina de Vida Independiente)
José María Jiménez Lalanda es Director de la Oficina de Vida Independiente de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo de la Comunidad de Madrid.
De esta Oficina puesta en marcha hace pocos meses, se benefician muchas personas que reivindican hace tiempo la necesidad de tomar sus propias decisiones.
En una entrevista que mantuvimos con José María, nos expresó algunas características que operan como diferencial en esta Oficina y que muestran un modelo y una metodología particular, por demás interesante.
El primer diferencial, está dado por ser una oficina específica para personas con discapacidad intelectual. las que existían eran todas destinadas a personas con discapacidad física “ Entonces había una reivindicación muy fuerte de las personas con discapacidad intelectual, que decían que por qué no tenían ellos derecho a recibir una prestación o tener unos servicios que en otras discapacidades sí que tenían, cuando la convención de la ONU recoge que la asistencia personal es un recurso para todas las personas, independientemente de la discapacidad que tengan”, expresa José Jiménez. ”Entonces al final, ha salido porque la Comunidad de Madrid sacó una convocatoria de subvenciones para proyectos que fueran innovadores, que están financiados por por unos fondos europeos y a raíz de ahí nos presentamos a esa convocatoria, y obtuvimos financiación para arrancar con la oficina”, concluye.
El segundo diferencial es el ser un proyecto innovador piloto centrado en el apoyo para la toma de decisiones. Se hace eco de una reivindicación de las mismas personas y su eje está puesto en orientar y acompañar para que puedan decidir sobre su propia vida.
Cómo funciona la OVI: una metodología posible
La Oficina lleva sólo dos meses y poco más funcionando, con la época de vacaciones en medio. El trabajo fuerte está puesto hacia fuera, en el entorno. Dentro de la oficina trabaja una trabajadora social, una psicóloga y José María, el director, “ aquí tenemos las entrevistas con las personas con discapacidad, para elaborar los planes de vida independiente, luego ya los apoyos se dan en el entorno, afuera”, donde trabajan los asistentes personales prestando apoyo.
Planes personalizados de apoyo
Los matices del modelo de Asistencia personal
José María nos comenta que uno de los matices dentro de este modelo, es que los apoyos se prestan una vez se ha hecho un plan integral de vida independiente con la persona. “Es decir, en un plan integral de vida independiente se analiza con la persona cuáles son todos los ámbitos de su vida en los que quiere desarrollarse. Cuando en un programa de vida independiente, van orientados más a ámbitos concretos”, expresa.
Entonces, se tiene una entrevista inicial con la persona y el equipo de profesionales y se van desentrañando los deseos y necesidades que expresa. A partir de allí se establece un plan integral de vida independiente y comienza la búsqueda y elección del asistente personal que sea compatible con el interesado. Que, por otra parte, será el encargado de elegirlo.
Lo anterior se vincula a otro de los matices del modelo de asistencia personal referido a que “ a los asistentes personales los eligen las personas”. En un programa de vida independiente al uso, es el servicio quien determina el profesional que asigna a cada persona, en cambio en este caso, son las personas las que eligen a su asistente personal”.
¿Cuáles son los servicios principales que se prestan desde la OVI?
“Uno de ellos es el proceso de atención a las personas, referido a la elaboración de los planes de vida independiente. Ahora bien ¿cómo se desarrollan estos planes? Iniciamos un proceso con la persona, en algunos casos contando con las familias o con otros apoyos naturales para analizar con ella qué aspectos quiere cambiar en su vida, en qué aspectos considera que necesitaría apoyos, qué quiere hacer con su vida, qué le apetece. Entonces, es un proceso que nos lleva unas tres o cuatro entrevistas. Este sería el proceso de definición del plan que luego se le presenta a la persona, quien lo ve y lo firma. Es una manera de que ella asuma un compromiso con lo que ella quiere.
Una vez finalizado ese proceso de definición del plan, vienen las horas de apoyo que va a recibir, y en los horarios en los que la persona lo recibiría. Y cuando ya está definido, iniciamos el proceso de búsqueda de asistente personal con la persona con discapacidad.
¿Cómo se establece la elección de asistente personal?
Cuando se elabora el plan, definimos con la persona el perfil que va a querer de asistente personal, “pues prefiero que sea una mujer o un hombre”, “prefiero que sea una persona más o menos de mi edad”, “prefiero que sea una persona que sea alegre, simpática”, es decir, ciertas características que él define.
Nosotros tenemos una bolsa de asistentes personales y en función del perfil que elige la persona seleccionamos a tres que cumplen ese perfil. Luego, avanzamos en un proceso de entrevista en el que participa la persona con discapacidad y esos tres asistentes personales y de esos tres, elige el que más le apetece. Entonces, usamos diferentes herramientas: vídeo currículum que tenemos de los asistentes personales, para que tengan una idea previa. Si con los vídeo currículum una persona tiene dudas entre dos asistentes, los citamos y hacemos dos entrevistas con ellos, para que la persona acabe eligiendo”.
Luego de esta selección comienza el trabajo de intervención en sí, que es la clave del servicio y se realizan reuniones de seguimiento semestral con el equipo técnico, el asistente personal y la persona con discapacidad.
La figura del asistente personal
Tal como expresa José María, el asistente personal se diferencia de otras figuras de apoyo, de otros roles. Y aquí también es posible encontrar otro matiz diferenciador de la OVI y su modelo. Para ilustrarlo, se ve más claramente en el ámbito de la discapacidad física. “En el ámbito de la discapacidad física, ellos lo definen como el profesional que apoya a la persona a hacer aquellas cosas que no puede hacer por sí misma. Pues si yo no puedo comer solo porque no tengo movilidad, para coger la cuchara o lo que sea, es ese el rol de esa persona que cubre lo que yo no puedo hacer, que no hace lo que yo puedo hacer, solo hace lo que yo no puedo hacer. Y luego, además, la intervención no tiene un fin educativo, no tiene un fin de aprendizaje. En este caso, el fin es que yo me pueda desplazar, no que aprenda a desplazarme. Evidentemente en la medida en que yo vaya manejando el transporte puede ser que algunas personas aprendan a desplazarse y que otras no, pero el objetivo del asistente personal no es que esa persona aprenda a desplazarse de manera autónoma, es que esa persona pueda hacerlo”.
¿Cuáles son los desafíos que piensas pueden llegar a enfrentar en los próximos años?
“Lo que veo es que el futuro de la oficina va a estar condicionado o determinado por cómo se está desarrollando la asistencia personal en España. Fundamentalmente a nivel de financiación. En España, la asistencia personal es una prestación que está reconocida en la ley de dependencia, que es la que determina cuáles son los recursos a los que tienen derecho las personas con discapacidad, pero es una de las prestaciones que menos se ha desarrollado. Es decir que la administración pública hasta ahora le ha dado poco impulso a la prestación porque ha puesto más el peso en los centros específicos, los centros de día, las residencias, etc. Entonces, si la apuesta va volcándose hacia los modelos de desinstitucionalización y a los programas de apoyo individualizados para que la gente evite entrar en esas instituciones y tenga una vida como la que cada uno quiere vivir, pues en esa medida estos proyectos tendrán futuro. Yo creo que sí, que la tendencia es un poco hacia ahí, pero hay muchas barreras aún”.
Otro desafío es a nivel de la gestión. “Un reto que vamos a tener con el desarrollo del proyecto, que estamos viendo ya en estos 2 primeros meses, es la dificultad que tiene un proyecto de este tipo con la gestión del personal de los asistentes personales, porque en la medida en que sean trabajos precarios, porque el número de horas en que contratas al asistente está muy condicionado a la necesidad de la persona, los horarios son diversos: mañana, tarde o cuando la persona necesite”, concluye.
La OVI de la Comunidad de Madrid se puso en marcha hace unos meses y, tal como expresamos, se trata de un proyecto totalmente novedoso. Por estar específicamente destinado a personas con discapacidad intelectual, por estar basado en una reivindicación de las mismas personas con discapacidad y por ser un modelo de intervención novedoso que piensa la asistencia dentro de un plan de vida mayor y donde la clave es la decisión de la misma persona.
La importancia a nivel social y comunitario es ser un servicio integrado al municipio que garantiza un apoyo a todas las personas con discapacidad, para que puedan tener una vida independiente. Porque, como expresamos al inicio, arriesgamos a decir que, lo que tienen en común la diversidad de personas, es el deseo profundo e intransferible de ser autónomas.
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